Gustav Schroeder fue el capitán del fatídico viaje del buque M.S. Saint Louis, que en mayo de 1939 zarpó desde Hamburgo a las Américas, con un pasaje de más de 900 refugiados judíos alemanes a bordo.
El St. Louis era un transatlántico de lujo alemán, propiedad de la compañía naviera Hamburg América Line desde 1929.
El 13 de mayo de 1939, dicho barco zarpó del puerto de Hamburgo, transportando 930 pasajeros, que eran refugiados judíos de la Alemania nazi y que portaban certificados de desembarco legítimos para Cuba.
El capitán del St Louis era Gustav Schroeder. Aunque era alemán, no era afecto a las políticas nazis de discriminación y odio. Sabía que la mayoría de los pasajeros del barco eran refugiados judíos.
También sabía del destrato que las leyes nazis exigían por parte de los ciudadanos alemanes hacia los judíos, pero estaba decidido a que en su barco todos fueran tratados por igual.
No pudo evitar que la bandera nazi ondeara desde la popa del barco, pero pudo asegurarse de que sus pasajeros llegaran sanos y salvos.
Cuando los pasajeros asustados subieron a bordo, los miembros de la tripulación vinieron a ayudarlos con sus maletas. Este fue el primer acto de buen trato que muchos de ellos habían experimentado en mucho tiempo.
El Capitán habló con su tripulación y se aseguró de que todos los pasajeros fueran tratados con cortesía.
En lo que respecta al uso de las instalaciones del barco, los pasajeros judíos no eran diferentes de cualquier otro.
Permitió que uno de los camarotes del St Louis se convirtiera en una sinagoga temporal para que quienes así lo desearan ya no tuvieran que rezar en secreto.
Adoptar una postura antinazi no fue fácil.
Aunque la mayoría de la tripulación obedeció al capitán, algunos miembros de la Gestapo se habían infiltrado entre ellos.
Uno de los mayordomos, Otto Schiendick, trabajaba para las SS.
El Ministerio de Propaganda nazi envió a un fotógrafo para que tomara fotografías de los pasajeros mientras subían al barco. Dichas fotografías iban a usarse para fingir ante el mundo que los judíos estaban siendo tratados bien y se les permitía viajar a donde quisieran.
Mientras los pasajeros intentaban esconderse de la cámara, el capitán Schroeder ordenó al fotógrafo que se fuera.
El hombre, en cambio, se instaló en el muelle, donde intentó tomar fotografías de los pasajeros más pobres. El objetivo era que estas imágenes fueran utilizadas para mostrar que los que embarcaban pertenecían a una clase deleznable y que no merecían vivir en Alemania.
A las 20.30 horas, el St Louis salió del puerto y los pasajeros iniciaron su viaje hacia la libertad.
Sin embargo, sin que ellos lo supieran, el Ministerio de Propaganda, a cargo de Joseph Goebbels, envió 14 agentes nazis a Cuba con el fin de difundir información que desprestigiara a los refugiados y evitara su acogida en suelo cubano.
Para cuando el Saint Louis avistó tierra nuevamente, muchos cubanos ya creían que el barco contenía criminales, estafadores y fugitivos. Se difundieron los falsos rumores de que estos solicitantes de asilo iban a robar empleos cubanos y trastocarían sus costumbres, valores y modo de vivir.
Después de cruzar el Atlántico, a los fugitivos de la Alemania nazi, muchos de los cuales ya habían sido arrestados una vez a raíz de la Kristallnacht en noviembre de 1938, las autoridades cubanas y estadounidenses les negaron la entrada.
En el transcurso de las dos semanas de travesía para llegar a La Habana, los certificados de desembarco otorgados por el director general de inmigración cubano en el lugar de las visas regulares, fueron invalidados por el gobierno cubano pro fascista
El 27 de mayo el barco llegó a destino y solo pudieron descender 28 pasajeros.
El Comité de Distribución Conjunta Judío Estadounidense (JDC) envió a Lawrence Berenson a Cuba para negociar con los funcionarios locales, pero el presidente cubano Federico Laredo Bru exigió que el barco saliera del puerto de La Habana.
Asimismo, a los refugiados se les negó la entrada a los Estados Unidos.
Después de que Cuba les negara la entrada a los pasajeros del St. Louis, la prensa europea y de América, incluidos los medios de los Estados Unidos, llevaron la historia a millones de lectores de todo el mundo.
Aunque por lo general los periódicos estadounidenses comunicaron los hechos y la situación de los pasajeros con gran compasión, solo unos pocos periodistas y jefes de redacción sugirieron que los mismos debían ser admitidos en los Estados Unidos
Así fue que el 6 de junio el barco se vio obligado a regresar a Europa.
Pero el Capitán Schroeder no estaba dispuesto a regresar a Alemania sin haber encontrado un refugio seguro para sus pasajeros judíos y se detuvo en el viaje de regreso.
Desarrolló un plan de contingencia por el cual el St. Louis naufragaría espectacularmente cerca de la costa inglesa, para obligar a las autoridades británicas a tomar medidas.
El revuelo que todo esto causó permitió que finalmente, se encontrara una solución.
Se les permitió a los pasajeros desembarcar en Amberes, después de que Bélgica, Gran Bretaña y Francia llegaron a un acuerdo con el Comité de Distribución Conjunta Judía Estadounidense (Joint) para recibir a un cierto número de personas. ´
A pesar de esto , se sabe que 254 pasajeros del St Louise fueron asesinados durante elHolocasuto.
Si el St. Louis se hubiera dirigido directamente a un puerto alemán, la totalidad de los pasajeros judíos, habrían terminado en campos de concentración nazis.
Fue, por lo tanto, principalmente gracias al coraje y la determinación del Capitán Schroeder de no abandonarlos a su suerte, que muchos de ellos pudieron escapar de la trampa mortal montada por el gobierno nazi.
El Capitán terminó sus días realizando trabajo de escritorio y nunca más se hizo a la mar.
Schroeder estaba casado y vivió con su familia en Hamburgo.
Murió en dicha localidad en 1959 a la edad de 73 años.
El 11 de marzo de 1993, Yad Vashem decidió reconocer al Capitán Gustav Schroeder (póstumamente) como Justo de las Naciones.