En 1941 los alemanes bombardearon Sarajevo, dejando gente sin viviendas, la familia Kavilio, fue una de esas familias que quedó sin hogar, además de ser perseguidos por ser judíos. Su amigo y socio Mustafá Hardaga, le ofreció quedarse en su casa.
Mustafá y toda su familia eran musulmanes que practicaban la religión islámica, y según la tradición las mujeres deben usar un velo y cubrirse la cara frente a un extraño, aunque sea en su propia casa.
Sin embargo, describió Zegneba muchos años después, sus maridos dieron la bienvenida a los Kavilio y les dijeron que ahora serían parte de la familia. “Nuestra casa es tu casa. Ustedes son nuestros hermanos y tus hijos son como nuestros hijos. Siéntanse en su casa y todo lo que tenemos es de ustedes”, y para demostrarlo, las mujeres no estaban obligadas a cubrirse la cara en presencia de Josef Kavilio, ya que ahora era un miembro de la familia.
Los Kavilio relataron que un día, la Gestapo apareció en la puerta de los Hardaga para revisar sus documentos. Josef, su esposa y su hija se escondieron en un enorme armario, detrás de la ropa. Milagrosamente no los encontraron. Ese fue uno de los motivos por los que la familia Kavilio decidió trasladarse a Mostar, que era una ciudad donde los judíos estaban relativamente tranquilos, ya que estaba bajo control italiano. Así sus amigos, los Hardaga, no correrían peligro, porque había avisos en las paredes de la ciudad, que amenazaban con la pena de muerte a quienes escondieran serbios y judíos.
Antes de partir la familia Kavillio entregó sus joyas en custodia a Mustafá.
Josef Kavilio se quedó para cerrar su negocio, la Gestapo lo tomó prisionero y lo encarceló para ser trasladado al campo de Jasenovac, que era conocido por la crueldad de los croatas hacia serbios, judíos y romaníes, pero por la gran cantidad de nieve en la ruta , se demoró el traslado de los apresados y estos fueron obligados a trabajar paleando la nieve de los caminos.
En esa situación los vio su amiga Zejneba y poniéndose en peligro, llevaba alimentos a escondidas a los prisioneros.
Josef logró huir, volviendo a la casa de los Hardaga donde lo cuidaron hasta que recuperó su salud y volvió a Mostar a reunirse con su familia.
En septiembre de 1943, cuando las áreas italianas quedaron bajo ocupación alemana, la familia Kavilio huyó a las montañas y se unió a los partisanos.
Después de la guerra regresaron a Sarajevo.
Nuevamente se quedaron con los Hardaga hasta que pudieron encontrar un lugar propio y los Hardaga les devolvieron las joyas que la familia Kavilio les había dejado.
Fue entonces cuando se enteraron de que el padre de Zejneba, Ahmed Sadik, había estado escondiendo a un judío llamado Papo en su casa, pero no sobrevivió a la guerra.
La familia Kavilio emigró a Israel, pero siempre se mantuvieron en contacto con sus amigos y salvadores y presentaron el pedido ante Yad Va Shem, para que la familia Hardaga y Ahmed Sadik fueran reconocidos como Justos de las Naciones.
El 29 de enero de 1984, Yad Va Shem reconoció a Mustafá y Zejneba Hardaga, a Izet y Bachriya Hardaga y a Ahmed Sadik como Justos entre las Naciones y un año después Zejneba llegó a Israel para plantar un árbol en nombre de su familia.
En el año 1994 Sarajevo estaba siendo atacada por el ejército serbio. Zejneba y su familia estaban muy asustados y preocupados, no tenían comida y debieron refugiarse en el sótano de su casa que estaba sitiada.
Los Kavilio, desde Jerusalem, escuchaban ansiosamente las noticias sobre Bosnia y se preguntaban si la familia Hardaga seguía viva.
Ellos estaban dispuestos a ayudarlos.
Se pusieron en contacto con un periodista israelí que viajaba a Bosnia para cubrir la guerra.
Este periodista transmitió a una organización en Sarajevo el mensaje de que la familia Kavlio estaba buscando a Zejneba.
Así descubrieron que Zejneba, su hija Sara y otros dos miembros de la familia seguían con vida.
Con la ayuda del Comité de Distribución Conjunta, Yad Va Shem hizo un llamamiento al presidente de Bosnia para que permitiera que Zejneba viniera a Israel.
Los ayudaron a conseguir un refugio seguro en un convoy de ayuda que saldría de Sarajevo.
Cuando los refugiados se vieron detenidos por la burocracia, la familia Kavilio le pidió ayuda al entonces primer ministro Yitzhak Rabin, y este accedió a ayudar.
En febrero de 1994, Zejneba, su hija y su esposo, llegaron a Israel y fueron recibidos por funcionarios gubernamentales, representantes de Yad Va Shem y los Kavilio.
Los Hardaga habían albergado a una familia judía durante el período más oscuro de la historia judía.
Ahora era el Estado de Israel quien pagó la deuda y ayudó a los Hardaga en su momento de angustia.
Probablemente fue este vínculo profundo lo que llevó a la hija de Zejneba, Sarah Pecanac, y a su familia a convertirse al judaísmo.
“Es natural que quiera convertirme en judía. Es un honor para mí “explicó.
Otro círculo se cerró, cuando comenzó a trabajar para Yad Va Shem, donde se exhibe la historia de su familia en el museo, y donde se plantó un árbol por su madre y en honor al coraje y humanidad de su familia.
Sara Pecanac. descubrió la historia del heroísmo de su familia durante el Holocausto, recién en 1984.
“Mi padre había fallecido y mi madre no hablaba mucho de eso”, dijo Sara sobre la valentía de su familia.
Sin embargo, su madre le había dicho: “Uno no puede saber cuán rico, cuán inteligente o cuán exitoso será. Pero sí puede elegir cuán bueno será “